Me pase la vida colgando estrellas en el cielo,
pidiéndole deseos a tantas otras que caían, siempre pasaba horas mirando hacía
allí para poder vislumbrar a alguna y pedirle siempre el mismo deseo, algo que
realmente anhelaba, me pase toda mi infancia y parte de mi adolescencia
inventando planetas y un cielo nuevo. Hoy caigo en la cuenta de que debo
“madurar”, de que esos famosos deseos no se cumple, solo de vez en cuando se
cumplen tales anhelos, pero solo por un golpe de suerte, el cuentito de las estrellas
doradas cayendo del cielo esperando ser vistas y deseadas es solo una idiota
forma de dar falsas esperanzas a los demás.